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¿Qué es la violencia?

¿Qué es la violencia?

En algunas parejas, la violencia comienza con golpes, en otras se ejerce a nivel psicológico. Pero en la mayoría de los casos, las diferentes formas de violencia se van sumando con el paso del tiempo y conducen a una escalada cada vez más peligrosa.

A menudo, las personas involucradas no son capaces de comprender y expresar lo que les está pasando. Para saber más sobre las diferentes formas de violencia:

La violencia afecta a todas las clases sociales, a todos los orígenes culturales y a todos los tipos de parejas (parejas heterosexuales, parejas de mujeres, parejas de hombres u otras parejas LGBTQIA+).

El ciclo de la violencia

Cada situación de pareja es única, pero la mayoría de las veces la violencia se desarrolla en un ciclo de 4 etapas, un verdadero círculo vicioso devastador, que puede reconocerse rápidamente si se conoce. Resulta difícil romper este ciclo destructivo sin ayuda externa. Romper el silencio y el aislamiento, hablar de su propia situación es un paso importante para lograrlo.

Las consecuencias de la violencia

  • Para las víctimas
  • Para las personas violentas
  • Para los menores

La violencia sumerge a las víctimas en el miedo, la culpa, la vergüenza y el aislamiento. Estas reacciones son normales, pero la situación que se está viviendo no lo es. Todo esto puede provocar importantes trastornos de salud: estrés, ansiedad, depresión, insomnio, dolor de cabeza, fatiga crónica, etc. La violencia destruye el bienestar y degrada la salud. Todos los aspectos de la vida se ven afectados: la familia, el trabajo y la vida social.

Un estado de alerta permanente

La víctima vive en un estado de alerta, bajo la amenaza permanente de una agresión, que puede ocurrir en cualquier momento y por cualquier motivo. Intenta constantemente adivinar las intenciones de la persona violenta y calmar las tensiones. Ya no se atreve a expresar libremente sus deseos u opiniones por miedo a sufrir más agresiones. Se adapta a sus estados de ánimo y evita todo lo que pueda suponer un peligro.

Un sentimiento de culpa

A menudo, la víctima se siente culpable de la violencia que sufre. Cree que es culpa suya. Cree que hay algo malo en ella, o que lo que ha hecho o dicho ha provocado la violencia de su pareja. A menudo, la víctima cree que, cambiando su comportamiento, la violencia desaparecerá. Se cuestiona constantemente, cambia, pero no sirve de nada. La persona que ejerce la violencia sigue agrediéndola.

La autoestima se derrumba

A fuerza de sufrir malos tratos, la víctima llega a perder el sentido de su valor. Se siente cada vez más deplorable, equivocada y avergonzada. La violencia le parece normal, o incluso justificada. Como si no mereciera nada mejor. Su umbral de tolerancia aumenta hasta el punto de dejar de percibir que lo que está viviendo es inaceptable. La violencia repetida le destruye la autoestima y la confianza en sus capacidades relacionadas con la vida de pareja, la familia o la profesión. A esto se añade la vergüenza y la humillación de «dejarse maltratar», de ser una «persona maltratada».

Se establece el aislamiento

Bajo la presión de la pareja o para ocultar su situación, la víctima se aleja poco a poco de su familia y de su círculo de amistades. Huye de las relaciones sociales, evita salir. La pérdida de referencias externas favorece el control ejercido por la pareja. Las dudas y la confusión de la víctima aumentan. Ya no sabe si lo que está viviendo es aceptable. Se siente atrapada en la relación e impotente al no poder hacer evolucionar su situación. Quien sufre violencia cree que cualquier intento de salir de ella está condenado al fracaso. Tiene la sensación de que ninguna otra persona puede entender lo que está viviendo y que nadie se preocupa por ella. La víctima se siente sola y desesperada.

Vergüenza de quedarse, vergüenza de volver

A menudo, la víctima se culpa a sí misma por no ser capaz de dejar a su pareja o por volver después de haberse ido. Hay varios factores que pueden frenar a la víctima: el no querer imponer una separación a los hijos/as, el sentimiento de culpa al dejar a la pareja, la presión del entorno, el miedo a las represalias, el miedo a perder a sus hijos/as, la falta de dinero, el temor a no encontrar trabajo o alojamiento, etc. Los sentimientos ambivalentes hacia la pareja también pueden contribuir a retener a la víctima, porque, por ejemplo, a veces la persona violenta se muestra amable, jura que la ama, promete que nunca volverá a hacerlo. Una parte de la víctima aún ama a la pareja y quiere creer en ella a pesar de todo.
Salir de la violencia requiere tiempo. Cada persona tiene derecho a seguir su ritmo, su camino personal. Toda separación, aunque sea temporal, es útil. Permite ver mejor el mecanismo destructor en el que la persona está atrapada y poner a prueba su capacidad para vivir sola o para organizarse con los hijos/as.

La violencia destruye la salud

Al sobrevivir en un entorno hostil, las víctimas de la violencia se agotan y pierden su energía vital. A menudo sufren ansiedad, depresión, estrés, insomnio u otros trastornos de salud como, por ejemplo: náuseas, mareos, dolor de pecho, dolor de estómago, dolor de espalda, dolor de cabeza, pesadillas, pérdida de apetito, problemas de concentración, dependencia al alcohol o a los medicamentos, pensamientos suicidas, etc. Estos daños a la salud también pueden alterar la calidad de su trabajo y provocar ausencias, con el riesgo de perder su puesto de trabajo.

Cicatrices, heridas y lesiones

La violencia física a menudo deja marcas que también son indicios: hematomas, marcas de estrangulamiento, quemaduras de cigarrillos, etc. Las fracturas de costillas, clavículas o mandíbula son frecuentes. Las agresiones pueden causar heridas que pongan en peligro la vida o lesiones irreversibles. El tímpano, el bazo, los riñones, el abdomen o los pulmones suelen verse afectados. En muchos casos, la violencia física se manifiesta durante el embarazo y puede provocar un aborto espontáneo o daños al feto.

Del enfado a la violencia reactiva

Paralelamente al miedo y la vergüenza, las víctimas de la violencia sienten enfado y rebelión. Algunas personas se tragan sus sentimientos, porque no se permiten expresarlos o por miedo de desencadenar una violencia aún mayor en la pareja. Otras personas, en cambio, reaccionan con agresividad. Gritan, insultan, golpean a la pareja como respuesta a la violencia sufrida. En algunas parejas, ambas personas recurren a la violencia y esta se convierte en una forma habitual de resolver conflictos. En este caso, los dos miembros de la pareja pueden pedir ayuda: tanto como víctima como persona que ejerce la violencia.

La violencia tiene consecuencias para todos los miembros de la familia, incluso para quien ejerce la violencia. Con cada acto de violencia, la persona que agrede se aleja de sí misma y de sus seres queridos. Los riesgos a nivel judicial y financiero también son importantes.

La persona que ejerce la violencia también se siente mal

La persona que tiene comportamientos violentos puede experimentar un sentimiento de culpa real y doloroso. Al no poder salir de la espiral de la violencia, su autoestima se ve afectada.

La pareja está en peligro

Cuando la relación entre la pareja se ve afectada por la violencia, la relación de pareja está en peligro. Aunque puede que la víctima todavía ame a la persona violenta, le tiene miedo y ya no se siente respetada. Existe un gran riesgo de separación.

Los hijos/as están más distantes

Los/as hijos/as, también se ven afectados/as por la violencia entre los padres. Tienen miedo de la figura parental violenta y puede que la eviten. A menudo también sienten ira hacia ella.

La persona que agrede se encuentra sola

Aunque las personas cercanas no presencian directamente las escenas de violencia, a menudo perciben la gravedad de la situación. Se sienten incómodos y no saben cómo reaccionar, por lo que tienden a renunciar a seguir en contacto con la persona violenta.

La persona que ejerce la violencia se expone a acciones judiciales

Intervenciones policiales, detenciones, citaciones judiciales, encarcelamiento, prisión, antecedentes penales... La violencia en la pareja es un asunto grave con sanciones y penas importantes.

Derechos de visita y custodia

En caso de separación y peligro, la persona violenta puede ser privada del derecho de custodia y ver restringidos sus derechos de visita, incluso si nunca ha tenido un comportamiento agresivo hacia sus hijos/as. Al actuar con violencia hacia la pareja, la figura parental violenta corre el riesgo de ser separada de sus hijos/as.

Riesgos financieros

Atrapada en la espiral de la violencia, la persona que ejerce la violencia puede tener dificultades para concentrarse en su trabajo, volverse poco eficaz e irritable, y correr el riesgo de perder su puesto de trabajo. En caso de separación o divorcio, también corre el riesgo de sufrir consecuencias financieras.

El hecho de escuchar gritos, ver el malestar de los padres o presenciar directamente escenas de violencia afecta a todos los menores que viven con la pareja. Viven en un clima de miedo e inseguridad. Aunque no lo expresen explícitamente, son más frágiles o incluso sufren traumas debido a lo que están viviendo sus padres, y necesitan protección.

Sobre todo los/as niños/as más pequeños/as, que a menudo están en brazos de sus padres, corren el riesgo de recibir golpes en caso de violencia física.

Los/as hijos/as sufren

Todos los menores que viven en un contexto de violencia de pareja sufren las consecuencias. Estas explosiones de violencia impredecibles e inexplicables les causa confusión y preocupación. La carga de este «secreto de familia» se expresa con tristeza, sufrimiento emocional, ansiedad o un sentimiento de inseguridad.

Los/as hijos/as se sienten responsables

Los/as hijos/as tienden a esforzarse a no mostrar sus sentimientos. . La violencia hace que se sientan culpables y responsables de mejorar la situación. Por lo tanto, a menudo intentan:
· Cuidar: por ejemplo, consolando a la madre deprimida o relevándola de algunas tareas.
· Salvar: intervenir durante las crisis para proteger a la figura parental víctima de violencia.
· Sacrificarse: por ejemplo, hacer tonterías, incluso cometer un acto delictivo para distraer, para llamar la atención de los padres y tratar de acercar a la pareja.

Se manifiestan varios indicios

Los/as niños/as y los adolescentes pueden reaccionar de manera diferente según la edad, la frecuencia y la gravedad de los actos de violencia. Se puede observar en particular:
- Enuresis (orinar en la cama)
- Trastornos del sueño (pesadillas, despertares repentinos, angustia al levantarse...)
- Trastornos de la conducta alimentaria
- Dolores de cabeza y de estómago
- Nerviosismo, incluso violencia hacia sí misma o hacia otros/as niños/as
- Un encerrarse en sí mismo/a
- Dificultad para establecer contacto con jóvenes y menores de la misma edad o dificultades de aprendizaje

La violencia afecta a la relación paternofilial

Debido a los traumas y al estrés que vive continuamente, la pareja afectada por la violencia puede que no tenga la disponibilidad ni los recursos para responder a las necesidades de sus hijos/as. Las figuras parentales a veces sienten una fuerte irritabilidad que las lleva a tener excesos de ira y agresividad hacia los menores, aunque eso no quiere decir que ya no sean capaces de querer a sus hijos/as o de cuidar de ellos. Es la violencia que se vive en la pareja la que conduce a esta situación.

Riesgo de banalización

Al vivir en una familia dominada por las agresiones, los más jóvenes corren el riesgo de desarrollar un alto nivel de tolerancia a la violencia. La situación puede hacerles creer que la violencia es un comportamiento aceptable, una forma de resolver conflictos.

Hay que proteger a la infancia y a los menores

Ante las agresiones que se producen en el hogar, todos los menores necesitan apoyo y protección. Las figuras parentales tienen la responsabilidad de actuar por el bienestar y la seguridad de sus hijos/as.
El Código Civil suizo otorga al miembro de la pareja que se encuentra en peligro el derecho a abandonar el domicilio y a separar a sus hijos/as de la otra figura parental (art. 274).
Es importante romper el silencio. Habla con tu hijo/as de la situación, explícale que la violencia no es culpa suya. Si es posible, propón actividades al aire libre, para que tengan momentos de descanso, lejos de las tensiones. Explícales abiertamente cómo actuar en caso de violencia: refugiarse en casa de personas del vecindario, pedirles que pidan ayuda.

El impacto de la violencia doméstica en los niños

Expert: Philippe Bigler
EPISODIO 4 – INFANCIA INTERRUMPIDA
Experte: Philippe Bigler

¿Qué dice la ley?

La violencia en las relaciones de pareja está prohibida por la ley. La mayoría de los actos de violencia dentro de las relaciones de pareja están sancionados por el derecho penal. La ley protege la integridad física, psíquica y sexual de todas las personas.

Los actos de violencia en las relaciones de pareja son delitos penales

El Código Penal suizo prohíbe los actos de violencia, incluso los cometidos dentro de las parejas (casadas, en pareja de hecho, independientemente de la orientación sexual), y define varios tipos de infracciones y las sanciones a las que se enfrentan las personas que cometen actos de violencia.

La mayoría de los actos de violencia son perseguibles de oficio

En 2004, el Código Penal suizo (CP) se modificó para reforzar la lucha contra la violencia en las parejas. Los actos de violencia cometidos por personas casadas, en unión civil o concubinato pasaron a ser clasificados como perseguibles de oficio, siempre que hayan sido cometidos por:
· la otra persona de la pareja durante el matrimonio o en el año siguiente al divorcio, independientemente de que las personas vivan juntas o no;
· la otra persona de la pareja, durante la unión civil o durante el año siguiente a su disolución formal, independientemente de que las personas vivan juntas o no;
· la otra persona en una relación homosexual o heterosexual en la que se comparte el domicilio, durante la vida en común o durante el año siguiente a la separación.
La persecución de oficio da lugar a la apertura de un procedimiento penal a partir del momento en que las autoridades (policía o fiscalía) tienen conocimiento de estas infracciones, aunque la víctima no presente denuncia. Cualquier persona puede denunciar una situación de violencia a la policía o a la fiscalía: la propia víctima, una persona de confianza, una persona del vecindario, una figura profesional (siempre que la víctima la haya liberado del secreto profesional, cuando sea necesario).
Actos perseguidos de oficio:
· obligar a la pareja con violencia o amenazas, por ejemplo, prohibirle salir sola, ver a familiares o conocidos o llamar por teléfono
· secuestrar o retener a la pareja, por ejemplo, encerrarla en su domicilio o en una habitación
· proferir amenazas graves, como amenazas de muerte, de golpearla o de secuestrar a sus hijos/as
· cometer actos de violencia física repetidos que no dejen huellas visibles, como bofetadas o tirar del pelo.
· cometer actos de violencia física que dejen huellas visibles, como quemaduras, hematomas, nariz o costillas rotas, otras fracturas (un solo episodio es suficiente).
· cometer actos de violencia física graves que provoquen heridas que pongan en peligro la vida o lesiones irreversibles, en particular incapacidad laboral, invalidez, enfermedad mental permanente, desfiguración grave (basta con un solo episodio)
· no socorrer a la persona después de haberla herido o puesto en peligro o impedir que otras personas le presten ayuda
· poner en peligro la vida de la persona con la que se tiene una relación, por ejemplo, apuntando con un arma cargada hacia ella o abandonándola en un lugar aislado
· cometer un asesinato o un intento de asesinato (por ejemplo, estrangular)
· imponer pornografía
· obligar a la pareja a realizar un acto sexual o intentar obligarla
· cometer una violación o un intento de violación
· obligar a prostituirse
Estos actos pueden ser perseguidos en un plazo de cinco a treinta años según su gravedad. Sin embargo, el paso del tiempo dificulta la recopilación de las pruebas necesarias.

Actos perseguibles por denuncia

· injurias e insultos
· violencia física aislada que no deja huellas visibles, como bofetadas o tirones de pelo
· uso excesivo de medios de comunicación para infundir miedo o molestar
· difamación
· calumnia
· daños a la propiedad, por ejemplo, neumáticos pinchados, cristales rotos, puertas forzadas
· allanamiento de morada
· Violación de la obligación de manutención
La víctima tiene tres meses a partir de los hechos para presentar una denuncia.

Expulsión inmediata de la persona que comete la violencia

En caso de crisis, la policía puede, en el marco de su intervención, expulsar inmediatamente de la vivienda común a la persona violenta.

La violencia de pareja desde el punto de vista del derecho suizo Experta: Martine Lachat Clerc
EPISODIO 3 – ANTE LA JUSTICIA
Experte: Martine Lachat Clerc

Los orígenes de la violencia

Los orígenes de la violencia de pareja se encuentran a la vez en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la sociedad. Es el conjunto de diferentes factores de riesgo lo que explica la violencia y no una causa única e invariable.

Factores individuales

- Construcción frágil de la identidad y heridas narcisistas
- Antecedentes de violencia, como víctima o testigo
- Trastornos psicológicos o de personalidad
- Voluntad de dominación
- Abuso de alcohol, medicamentos y/o toxicomanías (no existe una relación causal entre el alcohol y la violencia, pero puede facilitar la expresión de una violencia ya presente)

Factores relacionales y familiares

- Historia familiar marcada por la violencia
- Diferencia de poder dentro de la pareja
- Dependencia afectiva que puede llevar a la voluntad de posesión
- Poca capacidad de comunicación y rechazo de la negociación
- Factores comunitarios
- Hábitos, costumbres y tradiciones que legitiman el recurso a la violencia
- Aislamiento o escasa integración social
- Pobreza y exclusión

Factores comunitarios

- Hábitos, costumbres y tradiciones que legitiman el recurso a la violencia
- Aislamiento o escasa integración social
- Pobreza y exclusión

Factores sociales

Relaciones de poder históricamente desiguales y disparidad de género, que siguen siendo desfavorables para las mujeres y los grupos discriminados por razones de género
- Explotación económica, social y sexual de las mujeres.
- Idea preconcebida sobre el respeto en la esfera privada y negligencia del Estado ante la problemática de la violencia de pareja.
- Uso de la fuerza para resolver conflictos en la sociedad.
- Frecuencia y banalización de la violencia en los medios de comunicación.
- Herencia de sistemas educativos represivos, autoritarios y/o sexistas.

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